miércoles, 3 de agosto de 2011

Amanece, amanece, amanece

Amanece, amanece, amanece
Y el sol despunta el alba en el rocío
De esta mañana que no acaba
De empezar, todavía de empezar
Habrá el silencio a amortiguar.

Amanece, amanece, amanece
Con nubes grises de otoño
En pleno agosto
Y pienso, que si pudiese borrarlas
Lo haría con la mano y con el rostro.
Y ahora llueve
Dentro de los confines de este cielo
Lejos
Muy lejos
Habrá de irse lo que vino un día,
Tendrá que secarse el agua fría,
Acabará borrándose la memoria perdida
Como la pintura de acuarela
Bajo las férreas gotas de media vida.

Amanece, amanece, amanece
Pero no siempre, pero no todo.
Quedan aún fragmentos en el cielo
Restos del naufragio del encuentro,
Trozos rotos provocados por el viento
De tu pelo, y de tu mano y de tu aliento
En este lodo.

¡Ah, el frío calor de agosto!
Hacía cuánto que no sentía
Esta podredumbre en el alma
Vacía.

¡Ah, el eterno final de agosto!
La lumbre se funde en esta noche
Que amanece y que no es todo.

Amanece, amanece, amanece
Un nuevo día
Que se pierde
Como tú se pierde
Entre la bruma
de poniente,
Hacia el norte, el frío norte
De tu Europa y de mi tumba.


Tú te vas, yo me quedo
El tren que a disparar se va
A otros lugares, a otros mares,
A otros amores y a otros males
Lo habrás tú de tomar.

Yo no vivo en tren, yo vivo en barco
Que se ancla a la tierra y después vuela.
Y aquí me quedo, y aquí me salvo
Ensanchando mi propia tierra,
Extendiendo mi propio tiempo
Mientras tú recorres otras tierras
Y consumes lentamente el tiempo que nos queda.

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