Entra la noche en tu ventana
Y yo te miro,
Y contemplo
Esa parte de tu cara
Y de tu vida
Que más quiero,
Y más me gusta.
Entonces te veo,
En tu casa y en tu cama
En mi espalda como almohada
En tu cuerpo sin las sábanas.
Y te quiero, y te quiero.
Detengo el tiempo
Y entonces te entiendo,
Y te admiro, y te comprendo.
Me enorgullezco
De estar contigo
Aquí, y ahora
En tu casa y en tu cama,
En tu pecho como almohada.
No lo he pensado,
Pero lo sé.
No lo he notado
Y lo siento.
Lo intento,
Aunque no pueda,
Traducirte con palabras
Para esperarte
Para anhelarte
Para quererte
Para añorarte
Cuando te vayas,
Para quererte
Siempre,
Aunque te vayas.
La noche entra en tu ventana
Y al mirarte no eres ella,
Ya no eres la de antes,
Cada minuto eres distinta,
Cada segundo resurges siempre
De ti misma.
Y quizá sí,
Quizá eso sea el simple amor,
El amor simple,
Que nada pide y nada exige
Y lo da todo, y lo permite.
Y quizá sí,
Quizá en este instante
De tu cuarto y de tu cama,
Quizá en estas palabras
Que no decimos, y en tus miradas
Las que guardas
Para mirarme a mí,
Para mirarme solo a mí
Haya amor, amor del bueno
Del que siempre te ve cambiada,
Del que anhela tus miradas,
Del que tiene una parcela preferida
De tu cara.
Del que te sigue queriendo
Cuando entiende que te vayas.
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