Me duelen los ojos pero es algo inevitable,
levantar alcantarillas con los párpados.
Me azotan nubes amarillas de miedo,
el rostro es inhabitable.
Diluir temprano el son acompasado de los montes altos
estoy harta de imperativos.
Las trampas mortales pesan sobre la cabeza
un poco hecha de serrín
un poco de lava
precipitándose la grava por la traslación
de caminos impenetrables al son de mis dioses
los que tienen tu rostro
te pondré en un altar para adorarte
el quejido de mis rodillas no será suficiente
tardaré mucho tiempo en levantarme.
Retornar al cascarón morado-roto que se había deshecho,
el que me cobijaba cuando no tenía nombre
líquido amniótico, un aspecto viscoso
lo húmedo del principio de los cuerpos.
La censura intachable de los ojos
y el viento y el frío y el suelo y lo blando
lo tristemente inabarcable de los brazos fijos
ha vuelto el cierzo de repente al mes de mayo.
Cortar el pelo como signo de vergüenza
pero que no
que estoy harta de imperativos
anduvimos largo tiempo por los párpados en sombra
cantando fragmentos de una historia no vivida todavía
ahora las hojas se van posando desde aquel enero
entre las ramas de tus brazos del tronco del invierno
mojarse lentamente la piel de los dedos.
Me duelen los ojos o si o no o si
deshojar la amapola
ya no quedan margaritas
o si o no o si o no
siempre sale quiero
siempre sale siempre.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario