Me des-acogen pasillos blancos
rostros amarillos
largos suelos incendiados.
Pasos al amanecer sin cura.
Agujas como amenazas debatiéndose.
Me des-consuelan las sonrisas sentadas en salas de espera
ansiando la presencia de la bata impoluta
con bolígrafos sin tinta en bolsillos inservibles
con manchas rojas sobre blanca tela,
neurótica.
No podría ser más inhumano
el lugar donde se salvan las vidas humanas
donde se alargan
des-humanamente
des-interesadamente.
No, no me des-aparece esta sensación
cargada de tinta de hierro que pesa
como si algo viniese,
algo malo de repente
a través de la puerta del box
con un aviso urgente
las malas noticias son las que corren
las buenas avanzan tiernas,
muy lentamente.
¡Pero retira del centro
de la consulta este espejo!
¡Que no me vea en él!
¡Que no la vea reflejada!
¡Que no vea esa cara pálida!
¡Que no vea los ojos de miedo!
Si tú te derrumbas
yo soy un castillo de arena
y la marea está subiendo.
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