No me arrojes a lo nocturno del sol flotando
en tu memoria lo incapaz del desvelamiento rojo
pisar firme un camino de arenas movedizas
al compás ignoto de la alevosía que arremete
fuerte dentro en la vela del centro del barco
el mástil se va fragmentando
y tus astillas se clavan en mis ojos que sangran
pero no reduzcas mi cielo a nada
las cenizas van volando en silencio
mascando el barro del suelo
desde las nubes ha caído toda la lluvia
y ahora ya nada
no bebo de mi ser por más que estire mi garganta.
Custodiada la lengua no puedo hablar ni decir
tu sabor se derrite al contacto conmigo
hace calor si no podemos sentirnos
pero deja, abandona, deshaz tu morada
como el muro que se erige antes de saltar la alambrada
si huimos ahora por el campo quemado
animales sin piel nos seguirán siempre
no me hagas dejar de quererte porque lloraré
aparta de mí esos ojos
la súplica de la marcha
¡que alejes de mí tus palabras!
que me digas que no pasa nada,
que ya se te pasa.
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