Para mi Eterno, un poco loco y despistado,
con pensamientos curiosos y nobleza infinita,
músico por completo, pero también un gran filósofo:
para mi hermano.
Nos abandonó hace ya tiempo el calor del Origen.
Ahora estamos intentando retornar a él
sin querer en realidad llegar jamás.
Nos hemos perdido infinidad de veces
en un camino que no hemos elegido
y hemos dejado lágrimas
como huellas eclipsadas por el tiempo
pero siempre hemos estado juntos:
nunca ha habido ningún remedio para eso.
Nos abandonó hace ya mucho la inocencia
de dibujarnos palabras en la espalda,
de temer a la noche con la luz apagada
aunque a veces el miedo todavía nos asalta.
Ya sabemos que el mundo no quiere música
ya sabemos que el mundo no quiere poesía
aunque los dos seamos cómplices del secreto:
sabemos que las necesita.
La vida, tal vez, hace un tiempo que no sonríe.
Entonces podemos
invocar el derrotismo que a veces nos caracteriza
abandonar las teclas y el papel,
arrojarlos en el abismo de lo que no se puede,
cogernos la mano
y salir a la vida a mendigar lo que nos deje.
-Pero entonces nuestra luz se moriría-
Así que podemos
saltar del escondite
y salir a la vida
con la música y la poesía
para arrebatarle todo aquello que nos debe.
Y siempre estaremos juntos
y que no haya nunca ningún remedio para eso:
que siempre lea lo que tocas,
que siempre toques lo que escribo.
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