Me pica la herida
quizá si me duele,
tal vez sí te quiero.
Pero no me lo creo.
Me escuece la boca
me arde la antorcha
de mi cara, de la roca
que es mi alma.
Y creo que no,
que ya no te quiero.
Es solo ese don
tuyo, es ese primero
de matarme mil veces
y dejarme en el suelo,
de incendiarme con frases,
de robarme los sueños.
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