Tengo un agujero en el centro
como la uva aterida por el frío,
puedo continuar parando en estaciones vacías
al calor de un momento de aliento inverosímil
como una ladrona buscando el gemido sin nombre
puedo seguir reptando en lo más bajo hasta encontrarme
para huir de mí
lanzar el grito al vacío de los cuerpos desnudos
volver a los cuerpos, a los recovecos sin descanso
hacer una pausa en el camino de cabellos errantes
distintos, seguir abriendo paso a lengüetazos
mira estos ojos henchidos de sangre
el espejo empieza a hacer justicia
un lamento, y maldiciones similares
ahogando en el silencio el lenguaje amado
la ambigüedad de las palabras
nadie más sufre por estas contorsiones
como la curva de Praxíteles aparecida en el arte
me tuerzo como un junco hacia el viento
me dejo hacer
me dejo llevar
me dejo dejar
y que mañana sea otro día de revelaciones
que aparezcas siempre.
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