De la mano de quien nunca llama
he vivido días animales
como una serpiente inmunda
fingiendo beber el humo del tabaco espeso
y el líquido del amor oxidado
que no vendrá a mí más,
nunca más
por vez primera.
Del brazo absorto de quien roba todo
he sentido cosas animales
un velo, una llamada en la noche
al contacto herrumbroso de unos besos desagradables
que me alejan de mí
y por eso amo
amo tanto no pensar en mí
como traicionarme conmigo
un hilo, una sed de ebriedad
de dar vueltas
amo lo que no se ha de pensar en un instante
lo lascivo de una piedra abriéndose en el agua.
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