Hemos dejado caer las horas
sobre este infinito horizonte verdoso
ahora tapado por las nubes
cubierto por el rostro.
No quedan ya más límites
tras contemplar Donostia desde lo alto
quisiera pensar en el momento quejumbroso
en el que las paredes se van estrechando.
El viento que azota en los cristales
hundiendo en la maleza nuestros actos
el ancho borde que me enreda por las espalda
de tus besos y tus ramalazos.
No se ha perdido nada:
solo se han disuelto los atracos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario