lunes, 23 de abril de 2012

El acróbata

A la memoria de un cuadro de Picasso


Las contorsiones empiezan a ser exageradas,
casi indescriptibles
para hacer posible el encajar en un espacio tan pequeño.
Los esfuerzos comienzan a ser sobrehumanos,
prescindiendo de cualidades capitales
con el fin de amoldarse a una figura imposible.

Y cuando el cuerpo empiece a sangrar
con los ojos henchidos de cansancio acumulado
y las manos perdidas, y mil arañazos
comprenderá sin asombro cómo el modelado
perfectamente estudiado y cuidado
es ya algo permanente

y cómo la figura perfectamente estudiada
que dibujan sus extremidades no puede deshacerse

ha quedado atrapado
deliberadamente.


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