Mi fármaco es la escritura,
remedio y veneno.
Tendría que seguir explicando estas cosas.
Ahora tú, la gata impoluta que cae sobre mi abrigo desplumado
comprende lo lejos que está de sí lo Imaginario,
tanto como de mí.
Y podría seguir escribiendo a la Imagen que se apoltrona
acomodándose en la madrugada que rezuma espuma de la ola.
Pero ya no puedo seguir escribiéndole al mar,
ya hace tiempo que no lo veo
quizá ya no existe.
No creo que yo exista más allá de mis recuerdos.
Tampoco,
entonces,
tan poco...
No volverá lo que se ha ido,
lo que está roto y contemplamos desde abajo
pisoteando cada fragmento para hacerlo añicos
pero si aquí, en estas manos,
tengo los lazos, las cuerdas
las ataduras, un simple hilo, una maraña
mi pobre locura deshilachada que lucha por seguir cosida
a ti, a tus andanzas
solo por saber que podemos seguir respirando
entonces dejo las tijeras en la mesa
entonces estrecho mis manos
y se piden perdones
y lo que haga falta
y a lo que hagas caso.
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