martes, 3 de abril de 2012

A una antigua amistad perdida


Perfecciones al borde de un camino tortuoso
vinieron a parar al pecho como puñales hiriendo
no quisimos ver las luces antes del incendio
la humareda sorprendió a una cama ya vacía
y tú estabas llena de hiedra
se te estaba comiendo la maleza
que crecía por tu corazón hecho de hoja
caduca a la espera de un otoño inservible.
No quisiste seguir hundiendo tu esqueleto
sobre la tierra
y volviendo el rostro al mar
huiste de aquella cueva.

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