Tú, de entre todos los seres,
eres la única que tiene derecho a verme débil.
Neruda
Crujen las lágrimas bajo los párpados mojados
de una herida latente que brota con palabras
y si las ves es porque existes,
y si las besas es que atiendes
a esa parte de mi vida que todavía duele.
Tu voz calmada va poniendo fin a la batalla,
mi lucha interna.
Tus ojos dotados de ese brillo sobrehumano
resplandeciente que me inunda
hasta espantar de la bruma la espesura.
Y ahora tus manos,
calientes como el fuego
me sacan de mi infierno helado.
No dejes que me vaya nunca de tus brazos.
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